PORTAL DEL SECTOR DE LA LIMPIEZA

Llega la aspiradora parlante

"Cocorobo", capaz de decir y entender órdenes en varios idiomas, es la última apuesta en inteligencia artificial para uso doméstico en Japón

A medio camino entre un electrodoméstico y un robot, la aspiradora parlante "Cocorobo", capaz de decir y entender órdenes en varios idiomas, purificar el aire y hasta sacar fotos, es la última apuesta en inteligencia artificial para uso doméstico en Japón.

Esta aspiradora robótica, presentada hoy por el fabricante de electrónica Sharp, puede hablar y entender una treintena de frases como "limpia la habitación" o "¿cómo estás?" en japonés, chino mandarín, inglés y en el dialecto japonés de la región de Kansai (centro), donde tiene su sede el fabricante.

También cuenta con una cámara y conexión wifi, lo que permite acceder a través de un "smartphone" a las imágenes que toma y, por tanto, puede servir como vigía del hogar o de las mascotas cuando el usuario no se encuentra en casa, según Sharp. El fabricante prevé que "Cocorobo" salga a la venta en Japón a principios de junio y estudia lanzarlo también en el mercado chino y en países del Sureste Asiático, aunque aún no se manejan fechas concretas, explicó a Efe una portavoz de Sharp.

El aparato funciona con un sistema de inteligencia artificial bautizado como "kokoro engine" ("motor corazón") que reacciona de distintas maneras según las condiciones de limpieza o las reservas de batería del dispositivo. Su sistema de ultrasonidos le permite limpiar y moverse automáticamente esquivando todo tipo de obstáculos, mientras un sistema de purificación de aire emite iones positivos y negativos para eliminar virus y bacterias del entorno.

El aspirador, dirigido especialmente a personas que viven solas, parejas con empleos que consumen muchas horas o a ancianos, saldrá a la venta con un precio de 130.000 yenes (unos 1.650 dólares, 1.250 euros). También se comercializará una versión sin las funciones de conversación y sin cámara por un importe de 90.000 yenes (1.140 dólares, 860 euros).

Fuente: La Vanguardia